Después de quince años de matrimonio, cometí un error devastador: le fui infiel a mi esposa y decidí confesarlo.
Ella no gritó ni arrojó cosas.
En cambio, las lágrimas cayeron en silencio y ella se volvió distante y retraída.
Entonces, de la nada, todo cambió.
Empezó a tratarme con cariño de nuevo: cocinaba mis platos favoritos, me dejaba notas amables y me saludaba con cálidas sonrisas, como si nada hubiera pasado. No le encontraba sentido.
⏩continúa en la página siguiente⏩
