¿Tu ropa no consigue ese aroma limpio que deseas? No busques más: tres ingredientes cotidianos, escondidos en tu cocina, revolucionarán tu rutina de lavado. Aprende a aprovechar estos recursos fáciles de conseguir para tener telas con una fragancia constante.
Los errores que te impiden tener una ropa realmente fresca
Otro error común es abusar de los programas de baja temperatura. Si bien los lavados a 30 °C son suaves con las prendas delicadas, no eliminan por completo las bacterias ni las esporas de moho. Poco a poco, estos microorganismos invaden el tambor… y la ropa.
Finalmente, una lavadora mal mantenida se convierte inevitablemente en un caldo de cultivo para olores desagradables. Una junta de la puerta sucia, un dispensador de detergente olvidado, un tambor húmedo… todo esto afecta la frescura de la ropa.
Consejo #1: Bicarbonato de sodio, un aliado versátil
¡Este producto mágico, presente en todas las cocinas, hace maravillas con tu ropa! El bicarbonato de sodio absorbe los olores persistentes, suaviza el agua dura y facilita la eliminación de residuos de detergente.¿Cómo se usa? Añada aproximadamente 50 gramos (unas 3 cucharadas) de bicarbonato de sodio directamente al tambor o al compartimento del detergente antes de iniciar su ciclo habitual. Además, limpia su electrodoméstico al mismo tiempo. ¡Un consejo dos en uno realmente práctico!
Consejo n.° 2: Sal gruesa, un potenciador de frescura poco conocido.
La sal gruesa tiene sorprendentes beneficios para el cuidado de la ropa. Además de fijar los colores, absorbe la humedad residual y limita el crecimiento de bacterias que causan mal olor.
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