Guardar sábanas, almohadas o prendas de ropa muy íntimas:
una bufanda, un suéter, una libreta… ¿por qué no? Pero dormir en las sábanas que usó la otra persona o usar su ropa interior (incluso lavada) es algo completamente distinto.¿Por qué evitar estos artículos?
Conservan una huella física muy marcada del difunto. Para algunos, esto puede resultar reconfortante… pero para otros, crea un apego difícil de superar. Si estos objetos reavivan la tristeza o provocan insomnio, puede ser señal de que ha llegado el momento de desprenderse de ellos.
Restos biológicos: cabello, dientes, uñas.
Antiguamente, se guardaba un mechón de cabello en un relicario o un diente de leche como recuerdo de la infancia. Pero en el contexto del duelo, estos objetos adquieren un significado completamente distinto.
¿Por qué podría esto ser un problema?
Estos restos físicos tienen un gran poder simbólico. Pueden mantener una conexión demasiado concreta con la persona fallecida, lo que a veces dificulta la separación emocional. Por no hablar del posible malestar para otros miembros de la familia.
