Cuando tenía 36 años, los vecinos susurraban: “¿A esa edad y todavía sin esposa? ¡Estará soltero toda la vida!”.

Algo dentro de mí se estremeció.
Sin pensarlo, le dije:

> “Si quieres… cásate conmigo. No soy rico, pero puedo ofrecerte un hogar y tres comidas calientes al día.” »

Hannah me miró con incredulidad.
Los transeúntes nos miraban raro; algunos incluso se rieron.
Pero unos días después, dijo **sí**.
La llevé a casa, observada por los curiosos del vecindario.

Nuestra boda fue sencilla: unos pocos amigos, un pastor, dos mesas de comida.
Pero la noticia corrió rápidamente:

> “¿Ethan se casó con una mujer sin hogar? No durará.”

No me importaba.
Lo que importaba era la paz que sentía en mi interior.

—Después de eso, la vida no fue perfecta.

⚠️ Continua en la siguiente pagina ➡️