Mark tenía el corazón roto. Él y Emily habían pasado años intentando tener un hijo, soportando médicos, tratamientos y decepciones devastadoras. Durante todo ese tiempo, Emily nunca había mencionado su pasado. La revelación se sintió como una traición, pero también como un atisbo a un capítulo de la vida de Emily que había ocultado, quizá por vergüenza o miedo.
Sarah le ofreció a Mark la oportunidad de conocer a Lily. Habló con mucho cariño de la joven, de su amabilidad, de su sonrisa, de lo mucho que le recordaba a Emily. Pero Mark dudó.
La idea de encontrarme con Lily me provocó emociones contradictorias.
Una parte de él se sentía atraída por ella, por esa conexión con la mujer a la que había amado y perdido. Pero otra parte estaba llena de incertidumbre. ¿Cómo podría mirarla a la cara sin resentimiento? ¿Sería capaz alguna vez de mirarla sin sentir el dolor del secreto que Émilie había guardado?
En su carta, Marc escribió con sinceridad: no sabía qué hacer. Quería consejo, una guía. ¿Debía abrir este nuevo capítulo, conocer a la chica de la que su esposa nunca le había hablado, o dejar el pasado intacto, protegiéndose así de más dolor?
Su dolor, confusión y anhelo se reflejaban en cada palabra. «No sé si algún día podré ver a Lily sin la sombra de esta verdad entre nosotros», admitió. «Pero tal vez, solo tal vez… conocerla sea la única manera de comprender de verdad a Emily y empezar a sanar».
