Enamorarse después de los 60 puede ser una experiencia intensa, abrumadora… y sorprendentemente arriesgada.
Lo experimenté en carne propia el día que una mujer de 67 años, sentada frente a mí, pronunció una frase que aún recuerdo:
“Doctor… creo que estoy enamorado y siento que la vida se me escapa.”
Las relaciones románticas en la vejez son muy diferentes del primer amor a los 20.
A los 60, ya tienes una identidad bien establecida, hábitos profundamente arraigados, heridas emocionales, rutinas y, sobre todo, cierta independencia.
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