Es como las estrellas en el cielo: están ahí, pero se ven mejor cuando el aire está limpio.
Belleza, vitalidad… y un toque de mitoBelleza, vitalidad… y un toque de mito
Desde la antigüedad, estas discretas cavidades han sido objeto de debate. Se encuentran en obras de arte, esculturas, representaciones de deidades… Como si la naturaleza hubiera querido enfatizar, mediante un pequeño detalle, la armonía de un cuerpo.
Algunas creencias populares incluso les atribuyen virtudes relacionadas con la vitalidad o la circulación sanguínea en la región pélvica. Nada está científicamente comprobado, pero la idea es atractiva. Al fin y al cabo, ¿no es a menudo en estos pequeños detalles donde reside la magia del cuerpo humano?
¿Y si la verdadera belleza consistiera en amar lo que se tiene?
¿La clave? Los hoyuelos de Venus no son una meta a alcanzar ni una prueba de perfección. Son simplemente una variación natural, como el color de los ojos o la forma de la nariz.
Y es precisamente esta diversidad la que hace que cada cuerpo sea único. Con hoyuelos o sin ellos, lo importante es cuidarse, sentirse bien con el propio cuerpo y aprender a apreciar esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
