Respetar los propios límites, incluso si uno no los comprende, suele ser el primer paso hacia la reconciliación.
Revivir el pasado una y otra vez
Algunos padres repiten las mismas discusiones, se obsesionan con los mismos arrepentimientos. Estas conversaciones reavivan viejas heridas en los niños, sin darles el espacio necesario para sanar.
Cada encuentro se convierte en una relectura del pasado en lugar de un compartir del presente. Y ante esta repetición, la distancia a veces se convierte en la única escapatoria.
Las disculpas que nunca llegan
Las frases “Hice lo mejor que pude” o “No fue así como sucedió” pueden parecer inofensivas, pero cierran la puerta al diálogo.Los niños no esperan la perfección, solo un reconocimiento sincero de sus sentimientos.
Un simple “Lo siento si te hice daño” puede bastar para romper años de silencio.
Cuando su pareja no se siente bienvenida
Una mirada fría, un comentario sutil, una nostalgia excesivamente enfática por los “viejos tiempos”… Estos gestos, incluso los involuntarios, pueden crear distancia.
Los niños, entonces, optan por proteger su hogar. No te están excluyendo: simplemente buscan preservar su estabilidad.
Corregir sus hábitos de crianza delante de sus hijos
Decir “Cuando te crié, no hacía cosas así” parece inofensivo, pero mina su confianza.
Los padres de hoy quieren apoyo, no juicios.
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