Cada una de estas señales suele parecer inofensiva por sí sola.
En conjunto, pueden ofrecer una imagen más clara de lo que tu cuerpo podría estar experimentando.
Observa cómo muchas te resultan familiares a medida que lees, porque la consciencia es el primer paso.
Sed frecuente, incluso cuando bebes suficiente agua
Aumento de la micción, especialmente por la noche
Fatiga persistente que el descanso no soluciona por completo
Visión borrosa o fluctuante
Curación lenta de pequeños cortes o moretones
Hormigueo o entumecimiento en manos o pies
Aumento del hambre, especialmente de carbohidratos
Cambios de peso inexplicables
Manchas de piel oscura alrededor del cuello o las axilas
Infecciones frecuentes
Cambios de humor o niebla mental
Sentirse tembloroso o irritable entre comidas
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