Cocción inicial (en agua).
En una olla grande, coloque los trozos de panceta, agua suficiente para cubrirlos, sal, los dientes de ajo y la hoja de laurel. Cocina a fuego medio alto hasta que el agua se consuma casi por completo. Este proceso ayuda a ablandar la carne y retirar parte de la grasa.
Secado.
Una vez que se haya evaporado el agua, retire los trozos de panceta y colócalos sobre papel absorbente para que se enfríen y sequen un poco. Esto es clave para lograr un chicharrón bien crujiente.
Freír los chicharrones.
En una sartén honda o cacerola, calienta abundante aceite o manteca de cerdo a fuego medio alto. Cuando esté caliente (pero no humeante), fríe los trozos de panceta en tandas pequeñas para evitar que el aceite pierda temperatura. Cocínalos hasta que estén dorados y crujientes. Esto tomará entre 5 y 10 minutos por tanda.
Escurrir y enfriar.
Retira los chicharrones del aceite y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa. Deja enfriar unos minutos antes de servir.
Consejos para un chicharrón perfecto.
Secado extra: Para un resultado aún más crujiente, deja los trozos de panceta reposar en el refrigerador unas horas antes de freírlos.
Condimentos extra: Si quieres darle un toque especial, puedes agregar un poco de pimienta, comino o incluso jugo de limón durante la cocción en agua.
Freído controlado: Vigile la temperatura del aceite para evitar que los chicharrones se quemen.
Sirve tus chicharrones acompañados de salsa, tortillas de maíz y guacamole. ¡Un manjar perfecto para compartir!
