Tengo 63 años. Quiero contarles lo que comíamos de niños en las calles de la URSS. Crece en todas partes, pero mucha gente desconoce su poder.

Ayer, mi nieto probó por primera vez las agujas de alerce y le gustaron. Me recordó a mi infancia y a las hierbas y plantas silvestres que solíamos probar entonces.

Se puede hablar mucho sobre este tema. Lo primero que viene a la mente es la hierba morada, a la que llamamos sandías.

Crecía a la vera de los caminos, y no nos importaba en absoluto. La recogíamos con las manos sucias, le quitábamos el polvo y nos la comíamos.

Y no se trataba de hambre. Así fue como descubrimos el mundo que nos rodeaba. ¿Alguna vez has probado un cubito de hielo o has intentado probar un trineo en el frío? Pues nosotros lo probamos todo.

Cuando florecían las lilas y las acacias, comíamos sus flores. Nos gustaban especialmente las flores de lila de cinco pétalos.

También comíamos brotes tiernos de arce y flores de trébol.

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