Estos fluidos discretos, pero a veces peligrosos:
Unas horas después de la muerte, el cuerpo libera naturalmente fluidos biológicos. A menudo imperceptibles, estas secreciones pueden contener gérmenes o causar irritación cutánea. Una caricia en la cara o un beso en la boca pueden bastar para entrar en contacto con estos elementos invisibles.
El medio ambiente como fuente potencial de malestar
Durante la transformación del cuerpo, se liberan ciertos gases, que a veces transportan partículas bacterianas. En un espacio cerrado, esto puede causar molestias, como dolores de cabeza o náuseas, en personas sensibles. No se asuste; estos efectos son temporales y generalmente inofensivos, pero esta información es útil, especialmente para las personas más vulnerables.
El impacto emocional, a menudo pasado por alto:
¿Y si el principal riesgo no fuera físico, sino emocional? Para algunas personas, el contacto directo con el difunto puede dejar una huella psicológica profunda, incluso perturbadora. Este gesto de despedida, aunque lleno de ternura, puede, paradójicamente, despertar ansiedades, amplificar el dolor o crear recuerdos difíciles de procesar. En el torbellino del duelo, es fundamental respetar los propios límites y evitar cualquier acción que pueda generar angustia persistente.El efecto del contagio indirecto durante las reuniones:
Durante los velatorios, los familiares suelen turnarse para acercarse al difunto.
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