2. Reducción de la actividad física:
Otra razón importante es, sencillamente, moverse menos. Con la edad, las personas tienden a disminuir su nivel de actividad, lo que genera un círculo vicioso: la menor actividad debilita los músculos, lo que dificulta aún más mantenerse activo.
La inactividad también puede contribuir a la mala circulación, la rigidez articular y afecciones como la diabetes tipo 2. Mantenerse activo, de cualquier forma posible, ayuda mucho a tener piernas fuertes.
3. Afecciones crónicas de salud:
Algunos problemas de salud crónicos también afectan la fuerza de las piernas. Por ejemplo, la artritis, la diabetes y la neuropatía periférica pueden reducir el equilibrio y la estabilidad, lo que dificulta el movimiento.
Si la diabetes provoca daños en los nervios, puede causar miedo a las caídas, lo que lleva a permanecer inmóvil y, en consecuencia, empeora la debilidad.
Trabajar en estrecha colaboración con su médico para controlar estas afecciones, junto con la fisioterapia y el ejercicio, puede ayudar a prevenir un mayor deterioro.
4. Problemas de espalda:
Las afecciones de la parte baja de la espalda, como la estenosis espinal, las hernias discales o la ciática, pueden afectar los nervios que van a las piernas, causando debilidad o dolor.
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