Este “veneno” daña tus huesos, ¡y lo bebes todos los días!

El verdadero problema radica en la sustitución: la gente suele beber refrescos en lugar de bebidas ricas en calcio (como la leche), lo que reduce la ingesta de calcio.

Una ingesta suficiente de calcio puede neutralizar los efectos negativos de la cafeína y mantener los huesos sanos a largo plazo.

Las aguas carbonatadas sin azúcar, ácido fosfórico ni cafeína (por ejemplo, el agua mineral con gas) no se consideran perjudiciales para la salud ósea.

Glucemia y riesgo de diabetes

Los refrescos azucarados provocan picos rápidos de glucosa en sangre y aumentan la resistencia a la insulina con el tiempo. Tan solo una lata de refresco al día se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Según un estudio, cada 150 calorías adicionales de azúcar consumidas diariamente aumentan el riesgo de diabetes en un 1,1 %.

Enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA)

La fructosa, un ingrediente principal de los refrescos, se metaboliza en el hígado. El consumo excesivo de fructosa puede provocar acumulación de grasa y el desarrollo de hígado graso no alcohólico (HGNA), una afección que puede causar complicaciones graves; de ahí la importancia de limitar el consumo de bebidas azucaradas.

Daños dentales

La combinación de ácidos y azúcares en los refrescos crea un entorno propicio para la destrucción del esmalte dental. Los ácidos fosfórico y carbónico atacan el esmalte, y los azúcares alimentan las bacterias que producen aún más ácidos. El consumo regular aumenta significativamente el riesgo de caries e infecciones.

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